5.14.2005

CAMINO DE CRUCES EN FOTOS


MULTICOLOR
Dos mariposas tigre se aparean en la tranquilidad del bosque de Clayton. Su nombre científico es heloconius ismenius clarescens. Abundan en los bosques maduros.


IMPRESIONANTE
El nombre científico del árbol amarillo es Terminalia amazonia. En los bosques del Canal hay muchos. Es de lento crecimiento y este ejemplar tiene aproximadamente 85 años.


SALTARÍN
Este sapito, -Bufo Typhonius es su nombre científico- mide unos dos centímetros. Sin embargo, sus saltos son larguísimos. Habita los bosques secundarios y primarios. Es difícil de encontrar, pero muy bello.


Letreros de “Propiedad privada” se encuentran repartidos por todo el sector e impiden el paso de los visitantes. En la foto no se ve el fragmento del Camino de Cruces que está justo debajo del cartel. Será el ingreso al barrio privado.
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ESPERANDO LA DESTRUCCIÓN

Nadie sabe cuándo llegarán los tractores. Son las 12 del mediodía en Clayton y aunque la ciudad está a un paso, aquí la vida parece otra cosa. Otra cosa, sí, un acontecimiento único que sucede a cada segundo, en el que la alegría es algo que se consigue fácil y no en cursos de autoayuda o en terapias de pareja. La naturaleza puede curarlo.

Muchos grandes artistas de la humanidad creían que su mayor logro consistía en crear algo que igualase el esplendor natural de este pequeño y húmedo rincón al que llamamos planeta Tierra.

Lo decía Van Gogh mientras caminaba de noche, solo, con un sombrero lleno de velas que lo iluminara. Estaba por despertarse una tormenta y él quería pintarla tal cual sucedía. No hay espectáculo en la tierra más interesante. Gauguin, por ejemplo, abandonó París, pasó por Panamá y hasta llegó a la Polinesia, con el único objetivo de encontrar las cosas en estado puro.

Los bosques amenazados de Clayton, que ahora presentan banderas verdes en su entrada y carteles de prohibido el ingreso en su interior, están a punto de desaparecer.

Si usted entrara aquí, en 30 minutos -sólo caminando en las afueras del bosque- podría encontrar de todo. Caminar es un poco complicado fuera de los senderos por lo abundante de la vegetación: hay un colchón de hojas y restos de ramas. "Es molesto para caminar, pero para el bosque es fundamental. Estos suelos no son muy ricos y por eso, si tu ves, las raíces están al ras o saliendo hacia la superficie. Eso es porque estas hojas son el verdadero alimento. Cuando hagan el barrio todo esto será eliminado para hacer áreas verdes. Ese será el fin porque aunque dejen a los árboles más grandes, se quedarán sin alimentos y a largo plazo, rodeados de cemento, se van a secar", explica Ariel Rodríguez, guía del recorrido.

Una buena forma de inspeccionar el lugar es echarse en el piso y mirar hacia arriba. Se puede encontrar de todo. Nidos de barro y redondos, tucanes, monos tití. En buena parte del mundo millones de personas miran documentales o buscan fotos en internet para conocer a estas especies. Sin embargo, aquí, en su hábitat natural, el sabor es mucho mayor. Los colores de las aves son sorprendentes. "Ese que está allá, el de la colita amarilla, es familia del quetzal", dice el guía y gira de repente para señalar un árbol. "Ahí hay otro más, también es macho, deben estar buscando una hembra... ahí hay varias oropéndolas", explica mientras en la copa de los árboles se desata un ballet aéreo.

El pajarito de colores que salta de rama en rama como una burbuja multicolor se llama trogón. Esta ave sólo habita bosques secundarios, explica Ariel. "Lo mismo que aquellos monitos tití que se escuchan allá, ¿ves ese árbol rojo? aunque no podemos entrar porque es propiedad privada. Te decía: lo importante del bosque secundario es que permite la existencia de los primarios. Todo en la naturaleza está encadenado", sentencia el guía.

Por lo pronto el presidente, Martín Torrijos, ha dicho que no hay razones legales para detener la construcción. El empresario Carlos Pasco, propietario de este bosque, ha decidido llevar adelante su negocio a pesar del gran rechazo público que se ha generado. Las razones legales están de su parte.

Sin embargo, habría que revisar cuál es la política que Panamá tiene en relación a su riqueza ecológica. Debe decirse con claridad: fue el Estado el que promovió este negocio que, una vez ponga en marcha sus podadoras, acabará con esta maravilla. Los ecosistemas sufrirán transformaciones irreversibles y todo esto acabará siendo un recuerdo viejo, un escándalo marchito, peor que eso: leña.

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